Sin embargo, un nuevo descubrimiento del telescopio espacial James Webb (JWST) ha sembrado dudas significativas sobre la fiabilidad de la fosfina como marcador biológico. Investigadores han detectado este gas en un lugar donde la vida, tal como la conocemos, no puede existir: una enana marrón. Este hallazgo obliga a replantear la interpretación de la fosfina en entornos extraterrestres.
Qué es una enana marrón y por qué importa
Las enanas marrones son cuerpos celestes que ocupan un lugar intermedio entre los planetas gigantes y las estrellas. Son demasiado pequeñas para iniciar las reacciones de fusión de hidrógeno que caracterizan a las estrellas, pero lo bastante grandes para fusionar deuterio en sus primeras etapas de vida. Con temperaturas superficiales que pueden alcanzar los 2.000 °C, estas «estrellas fallidas» brillan débilmente en el espectro infrarrojo, lo que las convierte en un objetivo ideal para observaciones del JWST.
El telescopio analizó 23 enanas marrones con temperaturas entre los 100 y 700 °C, buscando evidencia de fosfina. En todos los casos, salvo uno, no se halló rastro de esta molécula. La excepción fue Wolf 1130C, una enana marrón con una temperatura de 320 °C en cuya atmósfera se detectó inesperadamente fosfina.
Qué implica este descubrimiento
Encontrar fosfina en un objeto tan hostil como una enana marrón cambia por completo el marco de referencia. Si esta molécula puede surgir por vías no biológicas en entornos extremos, ya no se puede considerar una evidencia fiable de vida. Su presencia en Venus, que había reavivado la hipótesis de vida microbiana en sus nubes ácidas, ahora se ve bajo una luz diferente.
El hallazgo sugiere que procesos químicos desconocidos o poco entendidos pueden generar fosfina en condiciones ajenas a la biología. En Júpiter y Saturno, por ejemplo, ya se había detectado fosfina producida por mecanismos químicos en sus profundos interiores. La diferencia es que el hallazgo en Wolf 1130C se produce en una atmósfera más accesible y observable.
Por qué Wolf 1130C es especial
Una de las grandes preguntas es por qué sólo en esta enana marrón se ha encontrado fosfina. Los astrofísicos aún no tienen una respuesta clara, pero una de las hipótesis es que Wolf 1130C es particularmente antigua y pobre en metales, lo que podría afectar su química interna de forma significativa.
Esa combinación de edad y composición podría favorecer reacciones que en otras enanas marrones no ocurren, permitiendo la formación de fosfina en su atmósfera. Otra posibilidad es que existan dinámicas de convección en su interior que transporten elementos químicos hacia la superficie de manera inusual, creando las condiciones para la formación del gas.
Impacto en la astrobiología
Este descubrimiento cambia las reglas del juego para la búsqueda de vida fuera de la Tierra. Hasta ahora, los astrobólogos utilizaban la fosfina como una posible señal de procesos biológicos. Su detección en un entorno estéril como una enana marrón implica que el gas no puede considerarse un biomarcador confiable sin un contexto más amplio.
El reto ahora es entender todos los caminos posibles para la generación de fosfina en el universo. Solo cuando tengamos un mapa completo de esos procesos podrá volver a utilizarse como indicio de vida. De momento, su valor como pista de actividad biológica queda bajo seria revisión.
Lo que sigue para los científicos
El siguiente paso será ampliar el número de observaciones en distintos tipos de estrellas, planetas y enanas marrones para determinar bajo qué condiciones aparece fosfina. Este esfuerzo no solo implica observación astronómica, sino también experimentos en laboratorios terrestres que reproduzcan condiciones extremas para ver si es posible sintetizar el gas sin intervención biológica.
Este tipo de investigaciones permitirá afinar los criterios para identificar vida en otros mundos, evitando falsas alarmas que puedan desviar recursos o generar expectativas infundadas. La ciencia avanza precisamente así: cuestionando sus propias herramientas y ajustando sus modelos ante nuevas evidencias.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí
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