De esta manera se permitió hacer un seguimiento exacto del movimiento que sigue el plástico por el interior de la planta. Y justamente el material es más común en los suelos agrícolas.
Diseño. El experimento se diseñó de forma meticulosa para evitar cualquier tipo de contaminación superficial. Para ello se utilizaron rábanos por su rápido crecimiento y su gran raíz carnosa (la parte comestible), que se introdujeron en un sistema hidropónico con una solución nutritiva líquida en lugar de estar en su hábitat normal que es la tierra.
Aquí es donde está la clave: solo las raíces finas y no carnosas estuvieron en contacto con el agua que contenía los nanoplásticos. De esta manera, la parte comestible y los brotes nunca estuvieron en contacto con el medio contaminado.
A partir de aquí se dejó durante cinco días a los rábanos para que absorbieran la solución y posteriormente analizarlos para comprobar si los nanoplásticos (que emiten radiación) habían sido absorbidos y qué camino iban a seguir.
Resultados. Tras el paso de estos cinco días, se detectó radioactividad en toda las partes de la plata que habían estado expuestas, por lo que se demostraba la absorción y el transporte de los nanoplásticos. En total, los rábanos consiguieron retener casi el 5% de los nanoplásticos que había en el agua y de estos, el 65% se quedaron en las raíces no carnosa (el punto de entrada).
Pero lo alarmante llega cuando en la parte que sí es comestible se encontró una concentración del 25,5% de los nanoplásticos que la planta había absorbido y transportado a esta zona. Incluso los brotes y las hojas, la parte más alejada, llegaron a acumular casi el 10% del total absorbido.
Qué significa. Este hallazgo demuestra que los nanoplásticos de poliestireno son capaces de cruzar la banda de Caspary, una capa de células impermeable que funciona como una barrera protectora en la raíz de la planta, diseñada precisamente para impedir el paso de sustancias no deseadas al sistema vascular. Una vez superada esta barrera, los nanoplásticos tienen vía libre para distribuirse por el resto de la planta.
Por qué es importante. Estos resultados abren una vía directa y cuantificable para la exposición humana a los nanoplásticos a través de la dieta. A diferencia de los animales, que tienen mecanismos de excreción rápidos (como las heces o la orina) para eliminar parte de los contaminantes, las plantas carecen de estos sistemas. Esto las convierte en potenciales "sumideros" de nanoplásticos, acumulándolos a lo largo de su vida.
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La noticia El rábano ha sido siempre la cosa menos interesante del planeta. Hasta que llegaron los microplásticos fue publicada originalmente en Xataka por José A. Lizana .
☞ El artículo completo original de José A. Lizana lo puedes ver aquí
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