Algo que han probado ya en ratones, y han dado resultados espectaculares: una reducción de casi el 45% de la carga amiloide en solo dos horas y una recuperación cognitiva que se mantuvo durante seis meses.
El problema. Para poder entender este avance, hay que saber exactamente cómo funciona el 'acceso' a nuestro cerebro. La barrera hematoencefálica (BBB, por sus siglas en inglés) funciona como un control de aduanas increíblemente estricto. Como cualquier frontera, debe tener una puerta de entrada y salida y en este caso es el receptor LRP1.
En el caso de un cerebro sano, el LRP1 se va a encargar de capturas las proteínas beta-amiloides y transportarlas fuera del cerebro para su eliminación. Pero en el caso de un cerebro que ya tiene una edad, y de forma más acusada en el alzhéimer, la cantidad de estos receptores LRP1 va reduciéndose, haciendo que el beta-amiloide se acabe acumulando en nuestras neuronas provocando que esta enfermedad comience a dar señales de presencia.
El descubrimiento. En este caso el equipo de investigación descubrió que el destino del receptor LRP1 depende de cómo interactúa con las moléculas que se le unen. Aquí es donde entra en juego el concepto de "avidez", o la fuerza de unión total.
Unión muy fuerte. Si una molécula se aferra con demasiada fuerza al LRP1 (como lo hacen los agregados de beta-amiloide en el alzhéimer), el receptor activa una vía de emergencia que lo envía directamente a aser destruido en el "vertedero" celular que son los lisosomas. Esto empeora aún más problema, ya que elimina las pocas puertas de salida que quedan en el cerebro para sacar la 'basura'.
Unión moderada. O avidez media. Si la unión es "justo la adecuada", el receptor activa una ruta de transporte exprés no destructiva (la vía PACSIN2). Esta vía crea una especie de túnel tubular que transporta la carga a través de la barrera de forma rápida y segura, preservando el receptor LRP1 para que pueda seguir trabajando. De hecho, esta vía incluso promueve que se expresen más receptores LRP1 que es lo que más nos interesa en esta situación.
El resultado. Basándose en este principio, los investigadores diseñaron unas nanocápsulas llamadas "polimersomas" (A₄₀-POs). Son esferas diminutas decoradas con un número muy específico de "llaves" (ligandos angiopep-2) en su superficie. El número de estas llaves fue calculado para lograr esa "avidez media" perfecta, con el objetivo de conseguir el resultado similar al de una unión moderada.
Resultados. Cuando administraron estas nanocápsulas a ratones modelo con alzhéimer avanzado, los efectos fueron sorprendentes. Se consiguió una limpieza cerebral masiva en solo dos horas, haciendo que los niveles de proteína beta-amiloide en el cerebro de los ratones se redujera en un 45%.
Para poder confirmar que la proteína no solo se movía de sitio a otro lugar, se midieron los niveles en sangre de esta. El resultado fue un aumento de 8 veces, lo que de muestra que la barrera hematoencefálica estaba expulsando el 'residuo'.
Las pruebas. Con el objetivo de ver el resultado en la práctica se hicieron pruebas de comportamiento como el laberinto acuático de Morris. Aquí los ratones con alzhéimer tratados mostraron una mejora significativa en el aprendizaje espacial y la memoria. Su rendimiento llegó a ser en este caso comparable con los ratones sanos y sin la enfermedad.
Lo más sorprendente es que estos beneficios cognitivos persistieron hasta seis meses después de un único ciclo de tratamiento, lo que sugiere un efecto reparador a largo plazo.
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La noticia La nueva estrategia contra el alzhéimer no es atacar, sino 'reprogramar' al cerebro para que se limpie a sí mismo fue publicada originalmente en Xataka por José A. Lizana .
☞ El artículo completo original de José A. Lizana lo puedes ver aquí
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