¿Recuerdas a Homer Simpson dormido frente al panel de control? Durante años, esa ha sido la imagen más popular de una central nuclear: barras brillantes, botones rojos y donuts. Otros, en cambio, pueden pensar en sirenas, humo negro, trajes de protección y nombres que siguen pesando: Chernóbil o Fukushima.
Entre la ficción y el miedo colectivo, hay una historia mucho más normal —y a la vez más asombrosa— que suele pasar desapercibida: la de unas fábricas gigantes que producen electricidad a partir del poder de los átomos.
Si te acercas a una, verás torres que parecen respirar vapor de agua. Y dentro, oculto tras un corazón de acero, millones de átomos partiéndose en dos, liberando una energía tan enorme que basta con un puñado de uranio para alimentar una ciudad durante días.
Aunque el debate está servido con este tipo de fuente, lo cierto es que sigue siendo una pieza más del presente energético. Así que, dejando prejuicios a un lado, vamos a asomarnos dentro de una central nuclear: a descubrir cómo funciona, en qué se diferencia de una térmica, cuántas siguen activas en España y por qué continúa en el centro del debate energético.
- ¿Qué es una central nuclear?
- Diferencia entre una central nuclear y una térmica
- Cómo funciona: el proceso para generar electricidad
- ¿Cuántas centrales nucleares hay en España?
- ¿Cuál es la central nuclear más grande del mundo?
- ¿Qué pasa si una central nuclear se queda sin electricidad?
- Los residuos nucleares
¿Qué es una central nuclear?
Una central nuclear es una instalación industrial diseñada para producir electricidad. En su núcleo —literalmente— se encuentra el reactor nuclear, el lugar donde ocurre la magia: la fisión de los átomos.
Dentro de cada átomo hay protones y neutrones que permanecen unidos. Cuando ese núcleo se rompe —al ser golpeado por un neutrón— se libera una cantidad enorme de energía en forma de calor. Ahí es donde aparece la energía nuclear: la misma que mantiene unidas esas diminutas partículas.
Las centrales nucleares aprovechan ese proceso de fisión nuclear para obtener calor, calentar agua, producir vapor y mover turbinas que generan electricidad. Así de simple. O, si se mira bien, así de impresionante.
Diferencia entre una central nuclear y una térmica
La confusión es habitual: "¿No son lo mismo una central nuclear y una térmica?". En parte, sí. Ambas usan calor para mover una turbina y producir electricidad. Pero la gran diferencia está en el origen de ese calor.
En una central térmica, el calor proviene de quemar combustibles fósiles (carbón, gas o fuel). Eso libera dióxido de carbono (CO₂) y otros gases contaminantes. Mientras que, en una central nuclear, el calor se obtiene de la fisión de átomos de uranio, sin combustión ni emisiones de CO₂ durante la generación eléctrica.
Por eso, las nucleares son consideradas energía limpia en emisiones, aunque dejan un desafío distinto: ¿qué hacer con los residuos radiactivos? Podríamos decir que es una energía sin humo, pero no sin preguntas y hasta aquí me detengo porque hablaremos de ello al final.
Cómo funciona: el proceso para generar electricidad
Puede sonar complicado, pero el funcionamiento de una central nuclear se puede explicar de forma sencilla: imagina un gran hervidor de agua, como una tetera, solo que dentro hay átomos partiéndose y liberando energía.
En España existen dos tipos en funcionamiento: los reactores de agua a presión (PWR), donde el agua se calienta dentro del reactor y se convierte en vapor fuera, y los reactores de agua en ebullición (BWR), donde el vapor se genera directamente dentro del reactor.
¿Cuántas centrales nucleares hay en España?
Según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), España cuenta con siete reactores nucleares repartidos en cinco emplazamientos:
- José Cabrera (Guadalajara), la primera central nuclear española.
- Santa María de Garoña (Burgos).
- Vandellós I (Tarragona), clausurada tras un incendio en 1989.
En total, los reactores operativos españoles generan alrededor del 20% de la electricidad del país, según datos de Foro Nuclear. Y lo hacen de forma constante, las 24 horas, sin depender del sol ni del viento.
A escala global, el Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA) prevé que la capacidad nuclear podría aumentar hasta un 80% antes de 2050, impulsada por el reto climático y la búsqueda de electricidad constante sin CO₂.
¿Qué pasa si una central nuclear se queda sin electricidad?
Aunque parezca una paradoja, una central nuclear también necesita electricidad para funcionar con seguridad. Incluso cuando el reactor está detenido, el combustible sigue generando calor residual, y los sistemas de refrigeración deben mantenerse activos para disiparlo. Si esa energía se interrumpe, el riesgo aumenta: el calor podría acumularse y dañar el núcleo del reactor.
Si una central pierde completamente la electricidad —tanto la externa como la de emergencia—, los sistemas de refrigeración dejan de funcionar. En ese caso, el combustible nuclear empieza a calentarse sin control, lo que puede provocar la fusión parcial o total del núcleo. Eso fue exactamente lo que ocurrió en Fukushima en 2011, cuando un tsunami destruyó los generadores diésel y las baterías no fueron suficientes.
Por eso, las instalaciones nucleares disponen de múltiples sistemas de respaldo eléctrico, diseñados para entrar en acción de inmediato si falla la red principal:
- Conexiones redundantes a la red exterior.
- Generadores diésel de emergencia.
- Baterías que aseguran horas de funcionamiento incluso si todo falla.
Estas capas de seguridad reducen al mínimo la posibilidad de un accidente, y cada central realiza simulacros periódicos para comprobar que todo funciona como debe.
Los residuos nucleares
Cuando una central nuclear termina su trabajo, queda algo que no se ve, pero que importa tanto como la electricidad que produce: los residuos radiactivos. Un material que seguirá siendo peligroso por mucho que pasen los siglos —o incluso los milenios—, por lo que necesitan un almacenamiento controlado y seguro.
En España, Enresa (la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos) se encarga de recogerlos y almacenarlos. Los de baja y media actividad reposan en el Centro de El Cabril, en Córdoba. Sin embargo, el gran reto está en los de alta actividad —el combustible usado—, que requieren un lugar estable durante miles de años.
Por eso el país trabaja en un almacén temporal centralizado (ATC), un punto intermedio antes de dar el salto a los almacenamientos geológicos profundos (AGP): cavernas selladas bajo tierra como las que ya existen en Finlandia o Suecia.
En el fondo, los residuos son el recordatorio de que incluso las energías más limpias dejan huella. El reto no es solo técnico, sino una carrera de fondo que mezcla física, geología y consenso político.
Imagen | Foro Nuclear
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La noticia Así es una central nuclear por dentro: del uranio al enchufe, paso a paso fue publicada originalmente en Xataka por Alba Otero .
☞ El artículo completo original de Alba Otero lo puedes ver aquí

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