
Rosanna Hanness, una mujer de Brighton, acaba de anunciar al mundo que tiene la prueba definitiva e irrefutable de que es un ser extraterrestre. No un humano cualquiera con ideas peculiares, sino literalmente un alma alienígena habitando un cuerpo humano, lo que en ciertos círculos de la nueva era se conoce como una «starseed». Y esa prueba irrefutable que menciona es… bueno, que ella lo sintió durante un ejercicio de respiración con un guía espiritual cuando era adolescente.

Prosigamos, aunque con la ceja levantada. Rosanna explica que desde niña tuvo sueños vívidos donde volaba sobre edificios y océanos, experiencias que sus amigos no compartían. Esto, junto con una premonición sobre la muerte de su tío, la convenció de que algo en ella era diferente. El gran momento de claridad llegó cuando un guía espiritual la sometió a «ejercicios de respiración para simular nacer de nuevo» y tras responder ciertas preguntas existenciales, llegó a la conclusión de que su verdadero hogar está en las Pléyades, un cúmulo estelar a unos 440 años luz de la Tierra.
El tema de los ejercicios de respiración para «renacer» merece especial atención. Esta práctica, conocida como rebirthing, fue popularizada en los años 70 y se basa en la hiperventilación controlada. Lo que ocurre fisiológicamente es fascinante y no tiene nada de alienígena: al hiperventilar, reduces el dióxido de carbono en sangre, lo que altera el pH sanguíneo y puede provocar mareos, hormigueo, sensación de euforia y estados alterados de conciencia. Es el mismo principio por el que algunas personas se desmayan cuando respiran muy rápido. El cerebro, privado momentáneamente de su equilibrio químico habitual, puede generar experiencias que se sienten profundamente reveladoras. Pero sentirse revelado no equivale a recibir información real sobre orígenes cósmicos.
Ahora bien, las Pléyades son una elección interesante. Este cúmulo estelar, visible a simple vista desde la Tierra, tiene entre 75 y 100 millones de años de antigüedad, lo que en términos astronómicos es prácticamente la infancia. Las estrellas de las Pléyades son jóvenes, calientes y azules, rodeadas de gas y polvo residual de su formación. Las probabilidades de que hayan desarrollado planetas con condiciones estables para la vida, y menos aún una civilización tecnológicamente avanzada, son astronómicamente bajas, valga la redundancia. Pero las Pléyades aparecen en mitologías de culturas de todo el mundo precisamente porque son visibles y bonitas, lo que las hace candidatas perfectas para proyectar fantasías sobre civilizaciones benevolentes y avanzadas.
Rosanna explica que sus memorias fueron «borradas» antes de venir a la Tierra para ayudarla a aclimatarse, lo cual es conveniente desde el punto de vista de la lógica de la afirmación, porque así no hay forma de verificar nada. Es el equivalente cósmico de «mi novia vive en Canadá, no la conoces». La hipótesis se vuelve indemostrable por diseño, y cualquier cosa que Rosanna experimente puede interpretarse como evidencia de su naturaleza alienígena sin que haya forma de refutarlo dentro de su propio marco de creencias.
El fenómeno de los starseeds no es nuevo ni único. Forma parte de un movimiento más amplio de la espiritualidad nueva era que mezcla elementos de ovnilogía, reencarnación, y una comprensión bastante creativa de la física cuántica. Miles de personas en todo el mundo se identifican como starseeds, cada una con su propia historia de despertar y su particular planeta de origen. Lo que todos comparten es una sensación de no encajar del todo en el mundo, de ser diferentes, de tener un propósito especial. Y aunque esa sensación es muy real y humana, la explicación no necesita involucrar viajes interestelares. La psicología tiene mucho que decir sobre el sentimiento de alienación, la búsqueda de identidad y el deseo de pertenecer a algo más grande que uno mismo.
Lo curioso es que Rosanna ahora se dedica profesionalmente a ayudar a otros a «conectar con su yo superior» y a «liberar emociones atrapadas». Lo cual plantea una pregunta interesante sobre dónde termina la creencia personal y dónde empieza el negocio. Porque al final del día, no hay prueba, ni terrestre ni extraterrestre, solo la interpretación muy humana de experiencias subjetivas presentadas como evidencia objetiva de algo extraordinario.
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