
La administración estadounidense ha presentado la Misión Genesis, una iniciativa que busca integrar la inteligencia artificial (IA) en el corazón de la investigación científica. El anuncio, realizado por la Casa Blanca el 24 de noviembre, plantea un ambicioso objetivo: utilizar la vasta infraestructura científica del país como una plataforma unificada para el desarrollo de IA, con el fin de multiplicar la productividad y el impacto de la ciencia estadounidense en las próximas décadas.
Una infraestructura científica al servicio de la IA
El eje central del plan es la creación de una «plataforma cerrada de experimentación con IA» que unificará las bases de datos y supercomputadoras de los 17 laboratorios nacionales del Departamento de Energía. Esta red permitirá el entrenamiento de modelos fundacionales científicos, sistemas de IA capaces de generar hipótesis, realizar simulaciones complejas y automatizar experimentos. El plan también contempla la participación de universidades, empresas tecnológicas y centros de investigación, incluyendo a gigantes como Microsoft, Nvidia, Google y Amazon.
La comparación oficial con el Proyecto Manhattan no es casual. Así como aquel programa transformó la ciencia y la política mundial en los años 40, la Misión Genesis aspira a redibujar el mapa de la investigación científica mediante el uso intensivo de IA.
Aplicaciones previstas y ambiciones globales
Los campos de aplicación de la Misión Genesis son diversos y de alto impacto: biotecnología, materiales críticos, energía nuclear, fusión, ciberseguridad, cuántica y semiconductores. El plan pretende que, para septiembre de 2026, la plataforma ya esté en funcionamiento enfrentando un reto científico significativo. La promesa es que procesos de investigación que hoy tardan años podrían resolverse en semanas o meses.
Sin embargo, el anuncio deja algunas preguntas abiertas. No se ha especificado el presupuesto ni el calendario exacto de financiación. Durante el primer año, se espera que los fondos provengan de la reorientación de recursos existentes, y el presupuesto a largo plazo dependerá del apoyo del Congreso, que hasta ahora ha mostrado signos de respaldo bipartidista.
Un liderazgo en IA con tensiones internacionales
Estados Unidos ya posee una clara ventaja en la carrera global por la inteligencia artificial aplicada a la ciencia. Tres cuartas partes de los centros de cálculo de alto rendimiento del mundo están en suelo estadounidense, según Epoch AI, mientras que China concentra un 15% y la Unión Europea apenas un 5%. Esta supremacía también se refleja en el dominio de las principales empresas tecnológicas, cuyos recursos permiten inversiones multimillonarias en centros de IA y nuevos productos.
La Misión Genesis se suma a otras iniciativas del gobierno estadounidense para fortalecer su liderazgo, incluyendo inversiones en la industria de semiconductores, incentivos a fabricantes como Intel y Nvidia, y una estrategia nacional que abarca desde la educación hasta la regulación de ciertos usos de la IA.
La respuesta internacional: entre la cooperación y la carrera
Este impulso estadounidense ha encendido alarmas en otras regiones. Investigadores como Holger Hoos, de la Universidad RWTH Aachen en Alemania, subrayan la necesidad de que otros países aceleren su respuesta. Hoos y otros expertos abogan por una estrategia multinacional que garantice que el uso de la IA en la ciencia sea abierto, ético y libre de sesgos geopolíticos.
La Unión Europea ha dado algunos pasos en esa dirección, especialmente a través del programa Horizon Europe y la reciente creación del consorcio RAISE (Resource for AI Science in Europe), cuyo objetivo es conectar herramientas, datos e investigadores en toda Europa. No obstante, el presupuesto inicial de 107 millones de euros para 2026-2027 se percibe como limitado frente a la escala del desafío.
Canadá, Reino Unido, Japón y otros países también están definiendo sus propios planes para integrar IA y ciencia, pero el temor creciente es que el eje del progreso quede concentrado entre Estados Unidos y China, dejando a otros actores rezagados o en situación de dependencia tecnológica.
Riesgos y dilemas de una ciencia automatizada
El uso de IA en ciencia ya ha dado resultados espectaculares, como los avances en química de proteínas que llevaron a dos investigadores de Google DeepMind a ganar el Nobel en 2024. La posibilidad de descubrir nuevos medicamentos, mejorar la simulación de fusión nuclear o crear materiales innovadores está al alcance. Sin embargo, también existen riesgos significativos: desde la generación de datos falsos en ensayos clínicos hasta la introducción de sesgos ideológicos en investigaciones sociales y económicas.
Expertos coinciden en que estos peligros pueden ser gestionados si el desarrollo de la IA se lleva a cabo con transparencia, responsabilidad y colaboración internacional. De lo contrario, el entusiasmo por la eficiencia podría eclipsar la rigurosidad científica, con consecuencias difíciles de prever.
Un llamado a la acción global
La Misión Genesis podría servir como punto de inflexión, no solo para la ciencia estadounidense, sino para la forma en que la comunidad internacional concibe la investigación en la era de la IA. Aunque la orden ejecutiva deja abierta la posibilidad de colaboraciones internacionales, el enfoque inmediato es doméstico. Para muchos científicos, esto es una señal de que ha llegado el momento de unir fuerzas globalmente, antes de que el conocimiento científico y sus beneficios queden concentrados en pocas manos.
☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí
