La poliomielitis, o simplemente polio, es una enfermedad altamente infecciosa que en teoría está controlada actualmente. Aunque en las últimas décadas las vacunas han sido efectivas al punto de que hoy muy poca gente contrae la enfermedad, todavía hay algunos problemas logísticos en su suministro.
El polio es una enfermedad provocada por virus que usualmente se transmite a través de las heces fecales. En tan solo 1% de los casos el virus entra la sistema nervioso central, provocando daños permanentes. En algunos casos puede provocar meningitis e incluso parálisis en varias partes del cuerpo.
La primera vacuna contra la polio, también llamada Vacuna de Salk, se desarrolló en la década de 1950. Esta vacuna consiste en una versión inactiva del virus. Generalmente se administraba como una serie de dos a cuatro inyecciones, comenzando a los 2 meses de edad. Posteriormente en 1961 se desarrolló una vacuna oral que daba alguna protección con una sola dosis. Sin embargo, para asegurar su efectividad se necesitaban de al menos dos o tres.
Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, los casos de polio en el mundo se redujeron en un 99% entre 1988 y 2013. No obstante, siguen existiendo algunos problemas al respecto.
La vacuna oral se ha dejado de usar porque en ciertos casos la versión débil del virus puede mutar y causar infección. Sin embargo, se sigue usando todavía en zonas apartadas para suministrársela a la mayor cantidad de niños posible. Después de todo, es más fácil repartir la vacuna oral que tratar de darle a toda una comunidad la Vacuna de Salk.
El reto era lograr producir una vacuna segura y de una sola dosis para cubrir eficazmente las zonas más apartadas. Gracias a una inversión hecha por Bill y Melinda Gates, esto por fin se hizo realidad. Un grupo de investigadores del Massachussets Institute of Technology (MIT) desarrolló dicha vacuna de una sola dosis.
¿Qué tiene de nuevo?
Para crear una vacuna de una sola dosis, el equipo del MIT encapsuló el virus en un polímero. Llamado PLGA, puede degradarse después de un tiempo para liberar grupos del virus debilitado. Así, se podía controlar varias entregas del virus sin tener que proporcionar más vacunas.
Sin embargo, la descomposición del polímero generaba subproductos llamados ácido láctico y ácido glicólico. Estas sustancias podían dañar seriamente el virus de modo que ya no produjera actividad de los anticuerpos. En otras palabras, no se produciría la resistencia contra el virus.
Para evitar que esto sucediera, el equipo de MIT agregó polímeros con carga positiva a sus partículas. Estos polímeros actúan como "esponjas de protones". Estos Absorben protones adicionales y hacen que el ambiente sea menos ácido, lo que permite que el virus permanezca estable en el cuerpo.
Los científicos podrían hacer que estas liberaciones del virus queden configuradas para uno o dos meses después. Las vacunas ya están aprobadas para el uso en humanos, por lo que se espera que sean usadas en pruebas clínicas pronto.
Ana Jaklenec, una de las investigadoras, declaró que la meta era que todo la población global estuviera inmunizada:
El objetivo es asegurar que todo el mundo esté inmunizado (…) Tener una vacuna única que pueda obtener una protección total podría ser muy valiosa para lograr la erradicación".
☛ El artículo completo original de Sergio Trujillo lo puedes ver aquí
No hay comentarios.:
Publicar un comentario