30 de mayo de 2025

Por qué los cohetes son alargados y las naves espaciales de la ficción son redondas: ciencia vs. imaginación


La forma alargada de los cohetes: una cuestión de necesidad

Cuando se diseña un cohete, el primer gran reto es salir de la Tierra. Esto significa enfrentarse a una atmósfera densa, a la fuerza de la gravedad y a velocidades extremas. En este escenario, la forma importa, y mucho.

  • Aerodinámica eficiente: Imagina que lanzas una aguja a través del aire frente a un disco de metal. La aguja atraviesa con facilidad, mientras que el disco encuentra resistencia. Lo mismo ocurre con los cohetes: su forma estilizada minimiza la resistencia del aire, permitiendo que el vehículo ascienda con menos gasto de energía.
  • Tanques de combustible presurizados: Un cohete necesita albergar enormes cantidades de combustible líquido. Los tanques cilíndricos o esferas dentro de un cuerpo alargado permiten una mejor distribución de presiones internas y una estructura robusta capaz de soportar las fuerzas del lanzamiento.
  • Estabilidad en vuelo: La forma vertical y la ubicación de las aletas en la base proporcionan estabilidad, igual que las plumas en una flecha ayudan a que vuele recta. Esto es crucial para mantener la trayectoria correcta durante el ascenso.
  • Optimización masa/empuje: Para alcanzar la órbita, el cohete necesita generar un empuje suficiente en relación a su masa. Una forma alargada permite ubicar motores potentes en la base, manteniendo una distribución de masa favorable.

Una vez en el espacio, la aerodinámica ya no importa tanto, pero para llegar allí, no hay atajos: el diseño debe cumplir con los desafíos terrestres primero.


Naves redondas en la ciencia ficción: libertad creativa y tecnologías hipotéticas

En la ficción, los diseños espaciales no están atados a la realidad física actual. Se parte de la premisa de que ya no es necesario despegar desde un planeta con gravedad o que existen formas de hacerlo muy distintas a las actuales.

  • Propulsión más allá de lo conocido: Motores que curvan el espacio, viajes hiperespaciales, o incluso naves que flotan sin esfuerzo en el aire son parte del repertorio de la ciencia ficción. Estas ideas eliminan la necesidad de pensar en aerodinámica, permitiendo formas más libres, como los famosos platillos voladores.
  • Gravedad artificial por rotación: Algunas naves tienen forma de anillo o esfera para poder rotar sobre su eje y generar gravedad artificial mediante la fuerza centrífuga. Esta solución imaginativa permite que los ocupantes no floten como en la Estación Espacial Internacional.
  • Campos de fuerza y protección simétrica: En muchos universos ficticios, las naves cuentan con campos de energía que las protegen de proyectiles o radiación. Una forma redondeada podría facilitar una cobertura uniforme.
  • Eficiencia de volumen interno: Una esfera ofrece el mayor volumen con la menor superficie, lo que puede ser ideal para alojar tripulaciones grandes, cargamentos o incluso ecosistemas enteros.
  • Estética y cultura pop: La imagen del platillo volador está grabada en la cultura popular desde los años 50. Es sinónimo de lo misterioso, de lo desconocido, de una tecnología muy por delante de la nuestra. Los diseñadores de cine la eligen por su impacto visual y su carga simbólica.

¿Y si SpaceX intentara construir un platillo volante?

Suena tentador imaginar a Elon Musk supervisando la construcción del primer disco interplanetario, pero la realidad es que hacerlo hoy no tiene sentido práctico.

  • Demasiada resistencia en la atmósfera: Un platillo tendría un perfil frontal muy amplio, lo que provocaría un arrastre extremo al intentar atravesar la atmósfera. El gasto de combustible sería insostenible.
  • Complicaciones estructurales: Diseñar un vehículo en forma de disco que soporte las fuerzas del despegue y aloje motores químicos eficientes sería un desafío de ingeniería colosal.
  • No hay ventajas con la tecnología actual: Para llevar satélites al espacio, reabastecer estaciones o viajar a Marte, los cohetes cilíndricos funcionan y son probados. No existe una razón técnica para reinventar la rueda… o el cohete.

Ciencia y ficción: dos caminos que podrían encontrarse

Aunque hoy parezcan muy distintos, la ciencia y la ficción suelen caminar en paralelo. Muchos de los conceptos que nacieron en la literatura especulativa han inspirado a generaciones de ingenieros y científicos. Quizá en el futuro, cuando superemos la necesidad de lanzamientos desde la Tierra o desarrollemos nuevas formas de propulsión, veamos naves de formas más exóticas surcar el espacio real.

Hasta entonces, los cohetes seguirán siendo delgados y apuntando hacia el cielo, como flechas tecnológicas que buscan su blanco más allá del planeta.




☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí

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