5 de mayo de 2025

¿Y si la gravedad fuera un algoritmo? Una sorprendente teoría sobre vivir en una simulación

El universo como una especie de superordenador

Melvin Vopson, físico de la Universidad de Portsmouth, ha presentado una nueva interpretación del funcionamiento del universo. Según su estudio más reciente, la gravedad podría ser el resultado de un proceso de compresión de información, no una atracción invisible entre cuerpos con masa.

Es decir, el universo actuaría como una especie de “ordenador cósmico” que busca la eficiencia al manejar la enorme cantidad de datos que contiene. Si eso suena a ciencia ficción, es porque lo es… pero también tiene bases científicas intrigantes.

Gravedad como función de eficiencia

Vopson sostiene que la gravedad no está “jalando” cosas entre sí, como aprendimos en la escuela. En cambio, lo que hace es “empaquetar información” para organizar la materia de la forma más eficiente posible. Es como cuando comprimimos archivos en un .zip para que ocupen menos espacio en el disco duro: reducimos el desorden y mantenemos todo más compacto.

En esta visión, la gravedad sería una especie de algoritmo que minimiza el “peso informático” del universo, simplificando la forma en que la materia se distribuye en el espacio. La razón por la que los planetas, las estrellas y nosotros mismos estamos formados por bloques cohesivos de materia no sería solo una consecuencia de la masa, sino una decisión del sistema para optimizar el procesamiento de datos.

¿Pixeles en el espacio-tiempo?

Esta teoría se apoya en una idea aún más radical: que el espacio-tiempo estaría compuesto por unidades discretas, como si fueran píxeles en una pantalla. Cada una de estas unidades sería binaria: estarían “encendidas” o “apagadas”, dependiendo de si contienen materia o no. Tal como ocurre con los bits en un ordenador, que solo pueden tener dos estados, estas unidades formarían la base fundamental de la realidad.

Así, cuando varios objetos o partículas ocupan el mismo espacio, el “sistema” (el universo) opta por agruparlos como un solo bloque, reduciendo la complejidad computacional. Es decir, si dos partículas están demasiado cerca, la gravedad las “fusiona” en un objeto mayor, lo que es más simple de procesar que muchas partículas sueltas. Un truco de eficiencia digital.

De la entropía térmica a la “infodinámica”

Uno de los pilares de la física clásica es la segunda ley de la termodinámica, que dice que la entropía siempre tiende a aumentar. Es la razón por la que las cosas se desordenan con el tiempo, por la que el hielo se derrite o una habitación se ensucia si no la limpias.

Vopson propone un giro: la segunda ley de la infodinámica. En lugar de asumir que la información se desordena, sugiere que puede tender al orden si eso beneficia al sistema. En otras palabras, el universo buscaría reducir la entropía informativa, justo al revés que con la energía.

Este comportamiento se parece más al de una simulación que al de un sistema físico clásico. En los videojuegos, por ejemplo, los recursos se cargan solo cuando son necesarios. No se representa cada hoja de cada árbol, sino solo lo que el jugador ve, para reducir la carga de procesamiento. Esta lógica parece similar a la que Vopson le atribuye a la gravedad.

La información tiene masa

En investigaciones anteriores, Vopson ya había planteado otra idea audaz: la información tiene masa. Según sus cálculos, los datos que componen el universo no son simplemente conceptos abstractos, sino entidades físicas con peso propio. Un poco como ocurre con el ADN, que almacena toda la información genética en una cadena molecular tangible.

Imagina que cada partícula del universo fuera una especie de unidad de almacenamiento, como una memoria USB microscópica. Así, la realidad física sería una gran base de datos en constante reorganización, y las leyes de la física serían los algoritmos que la gestionan.

¿Estamos dentro de una simulación?

Esta teoría no prueba directamente que vivimos en una simulación. Pero ofrece una nueva lente con la cual mirar fenómenos que seguimos sin comprender del todo, como la propia gravedad. Por más que podamos medirla y predecir sus efectos con enorme precisión, seguimos sin saber por qué existe ni cómo surge.

El modelo de Vopson sugiere que la gravedad no es una causa, sino una consecuencia. Un síntoma de que el universo opera bajo reglas de procesamiento de información, igual que un videojuego necesita un motor gráfico para mostrar los objetos.

Si esta visión resulta acertada, podría ser una de las pistas más claras de que el universo no es una creación espontánea, sino una construcción lógica, basada en código.

¿Qué implicaría esto para la ciencia?

Plantear que la gravedad es un algoritmo optimizador abre puertas insospechadas. Para empezar, cambiaría radicalmente nuestra forma de entender la física. Las teorías actuales buscan unificar la gravedad con la mecánica cuántica, pero no lo han logrado aún. Esta perspectiva podría ofrecer un puente entre lo físico y lo informático.

Además, cambiaría nuestra concepción de la materia y la información. Si los datos son materia y la materia es información, entonces todo el universo podría leerse como un gigantesco libro codificado. O como un videojuego extremadamente avanzado, del que no somos más que personajes conscientes dentro de un entorno virtual muy bien diseñado.

Un debate tan filosófico como científico

Las implicaciones de esta teoría no solo tocan la física, sino también la filosofía. Si todo lo que percibimos es parte de una simulación, ¿quién la creó? ¿Y por qué? ¿Podemos salir de ella o hackearla?

Aunque estas preguntas aún están lejos de tener respuesta, lo cierto es que teorías como la de Vopson nos invitan a repensar lo que creemos saber sobre el mundo. Y eso, en sí mismo, ya es una forma valiosa de avance científico.




☞ El artículo completo original de Juan Diego Polo lo puedes ver aquí

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