NVIDIA no es un proveedor más del mercado chino. Desarrolló un chip especial para él. Gastó mucho dinero en adaptar su tecnología Blackwell para sortear las restricciones del gobierno estadounidense.
Preparó una GPU más barata que la H20, diseñada específicamente para cumplir con las exigencias de Washington sin perder los 17.000 millones de dólares que representa China en su facturación anual. Y se vendió muy bien.
El último movimiento estratégico de Xi Jinping transmite un mensaje claro: China ya no quiere depender de los chips estadounidenses. Ni siquiera los adaptados.
Es una decisión prácticamente inédita porque deja a China escogiendo una posición tecnológica inferior (pero temporal) con sus propios semiconductores. La alternativa era poder acceder al liderazgo mundial. Pero dependiendo de chips americanos.
El de Xi Jinping es un movimiento profundamente chino: soportar la humillación presente para cargar con una responsabilidad mayor. "忍辱负重" (ren ru fu zhong) en versión tecnológica. Quien controla la base tecnológica controla el futuro. Aunque la base sea inicialmente inferior.
La estrategia no es nueva: China lleva veinte años aplicando esta lógica. Cuando Google dominaba las búsquedas, apostó por Baidu. Cuando Facebook conquistó el mundo, desarrollaron WeChat. Cuando el planeta se enganchó a Instagram, propusieron TikTok. Un mismo patrón: propuestas inicialmente peores, pero chinas.
El resultado es el de un ecosistema digital completamente independiente que da servicio a un mercado cuatro veces mayor que el estadounidense sin depender de Silicon Valley.
Los semiconductores son la subida de nivel de esta apuesta. A diferencia del software, los chips requieren décadas de inversión, cadenas de suministro muy complejas y un conocimiento tremendamente especializado. Pero China ya ha demostrado que está dispuesta a pagar ese precio construyendo un ecosistema tecnológico paralelo con Huawei en semiconductores y electrónica de consumo, MetaX o Biren para GPUs, Moore Threads en gaming y otras tantas empresas respaldadas por el Estado. La meta: reemplazar por completo a NVIDIA en una década.
Esta transformación sublima a la China post-pandemia. Durante décadas, el país fue el taller del mundo: fabricaba diseños occidentales con mano de obra tan numerosa como barata. Eso terminó. La nueva China es creadora tecnológica, no mera manufacturera eficiente.
- TikTok cada vez más cerca de Instagram.
- BYD sobrepasando a Tesla.
- Xiaomi lanzando coches que se comparan con los de Porsche.
La pandemia y las cicatrices de la guerra comercial que casi se lleva por delante a Huawei aceleraron esa transición: China entendió que dependía demasiado de tecnología extranjera y trazó un plan.
La estrategia de IA china refleja esta evolución: no solo es que Baidu, Alibaba o Tencent tengan modelos que compitan con los de OpenAI; es que cada capa es china. Servidores, chips, datos con los que entrenan. Todo es soberano y la IA es china de verdad.
Los resultados, pese a lo temprano que es, son más que prometedores: Alipay y WeChat Pay han desplazado tanto al efectivo como a VISA y Master Card. Alibaba y JD anulan a Amazon. Construyeron desde cero antes que depender de tecnología foránea. Y en algunos casos han superado a los originales. Incluso en su propio mercado.
Esta ruptura marca el momento en que la globalización tecnológica murió definitivamente. Dos Silicon Valley emergen: uno que diseñe para Occidente y un ecosistema chino que diseñe para el resto. La bifurcación digital cristaliza. China ha decidido construir su propio mundo tecnológico, aceptando la inferioridad inicial para evitar la subordinación eterna. Una civilización con visión milenaria sacrifica el presente por el futuro.
La decisión de Xi redefine el significado de "ganar" en tecnología.
- Durante décadas, ganar significaba tener los mejores productos, los más avanzados, los que el mercado prefería.
- China propone una métrica diferente: ganar es controlar tu destino tecnológico, aunque temporalmente tengas productos inferiores.
Es preferir soberanía imperfecta a excelencia prestada.
NVIDIA, Intel o Qualcomm pueden intentar convencer a Xi de que están mejor con ellos. Pueden firmar con sangre propia y ajena las concesiones que hagan falta para poder seguir haciendo negocio allí (como hizo Apple). Pueden prometer condiciones inmejorables y transferencias tecnológicas sin precedentes. Pero el presidente ya eligió: China será independiente o no será potencia.
Y esa decisión acaba de cambiar el orden mundial para los próximos cincuenta años.
Imagen destacada | Xataka
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La noticia China ha tomado una decisión drástica y de consecuencias imprevisibles: priorizar "su" tecnología, aunque sea peor fue publicada originalmente en Xataka por Javier Lacort .
☞ El artículo completo original de Javier Lacort lo puedes ver aquí
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