12 de julio de 2025

Crononutrición: por qué el cuándo comemos puede ser tan importante como el qué comemos

¿Qué es la crononutrición?

La palabra proviene de «crono» (tiempo) y «nutrición». Fue desarrollada en 1986 por el Dr. Alain Delabos, y plantea que nuestro cuerpo no procesa igual los alimentos a todas horas del día. Detrás de esto están los ritmos circadianos, ciclos de unas 24 horas que regulan funciones como la temperatura corporal, la secreción hormonal o el metabolismo.

En pocas palabras, la crononutrición propone adaptar la alimentación a los momentos del día en los que nuestro cuerpo está mejor preparado para procesar ciertos nutrientes. Por ejemplo, por la mañana somos más sensibles a la insulina, lo que facilita la utilización de carbohidratos, mientras que por la noche, esa sensibilidad disminuye.

Comer temprano puede marcar la diferencia

Estudios recientes, como los publicados en Frontiers in Nutrition, han encontrado que restringir las comidas a una ventana horaria concreta (por ejemplo, comer solo entre las 8:00 y las 18:00) puede tener efectos positivos en el control de peso y la salud metabólica. Este modelo se conoce como alimentación con restricción horaria (TRF).

Un ejemplo contundente es el estudio de Jakubowicz (2013), que comparó dos grupos: uno que comía la mayor parte de las calorías en el desayuno y otro que lo hacía en la cena. El grupo «desayunador» perdió más peso, mejoró sus niveles de glucosa y redujo la hormona del hambre (grelina).

No todo es tan sencillo

Aunque los beneficios parecen claros, no se trata de una fórmula mágica. La crononutrición ha sido criticada por algunos organismos, como la ANSES francesa, que la clasificó como una dieta potencialmente hiperlipídica y desequilibrada si no se planifica correctamente. Por ejemplo, algunas versiones restringen el consumo de frutas o promueven el consumo elevado de grasas en el desayuno.

Esto nos recuerda que el contenido de lo que comemos sigue siendo fundamental. No basta con comer temprano si la dieta es rica en azúcares, grasas saturadas o pobre en fibra.

Beneficios según los estudios recientes

Los estudios más actuales muestran beneficios interesantes, aunque con matices:

  • Control de peso: Comer en las horas de mayor actividad metabólica favorece la pérdida de grasa.
  • Mejor control de la glucosa: La sensibilidad a la insulina es mayor por la mañana, facilitando el uso de azúcar en sangre.
  • Menor riesgo cardiovascular: Evitar cenas copiosas puede reducir la presión arterial y los triglicéridos.
  • Ralentización del envejecimiento: Una mayor frecuencia de comidas en horas diurnas se asocia con un envejecimiento biológico más lento.

Sin embargo, los efectos sobre los niveles de lípidos o glucosa no son siempre consistentes. Por eso, muchos expertos piden más investigación a largo plazo.

Ejemplos para entenderlo mejor

Podemos comparar nuestro cuerpo con una empresa que funciona de 9 a 18 h. Si enviamos alimentos (materia prima) fuera de horario, el sistema no está listo para procesarlos eficazmente. Comer un plato de pasta a las 22:00 es como hacer una entrega en la oficina cuando ya cerró: no hay quien lo reciba ni procese bien.

En cambio, si desayunamos adecuadamente, damos energía a un sistema listo para trabajar. Por eso, comer más por la mañana y menos por la noche es uno de los pilares de la crononutrición.

¿Para quién es recomendable este enfoque?

Aunque cualquier persona puede beneficiarse, la crononutrición puede ser especialmente útil para quienes tienen:

  • Problemas de peso o resistencia a la insulina
  • Trastornos del sueño
  • Horarios laborales convencionales (turnos diurnos)

No obstante, personas con horarios nocturnos, deportistas o quienes comen en familia tarde pueden encontrar más desafiante implementar estas pautas. En esos casos, se recomiendan adaptaciones personalizadas, siempre con apoyo de un profesional.

Recomendaciones prácticas para aplicar la crononutrición

  1. Prioriza el desayuno: Rico en proteínas y grasas saludables.
  2. Almuerza de forma equilibrada: Con verduras, carbohidratos complejos y proteínas.
  3. Cena ligera y temprano: Idealmente 2-3 horas antes de dormir.
  4. Evita picar de noche: Reduce la exposición a la luz artificial y al consumo de calorías nocturnas.
  5. Respeta una ventana de alimentación de 10-12 horas: Por ejemplo, de 8:00 a 18:00.

La crononutrición no sustituye una dieta saludable, pero puede potenciar sus efectos si elegimos bien los horarios. Comer cuando el cuerpo está mejor preparado para metabolizar los nutrientes es una forma inteligente de cuidar nuestro metabolismo, energía y bienestar general.

Como toda estrategia nutricional, no hay una receta única. Lo más sensato es consultar con profesionales y adaptar estas ideas al estilo de vida de cada persona.




☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí

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