13 de octubre de 2025

Árboles que detectan oro: el hallazgo de microbios que podrían transformar la exploración minera

Lejos de tratarse de una rareza sin valor práctico, este hallazgo podría tener implicaciones profundas para el futuro de la exploración minera sostenible. Las nanopartículas encontradas no pueden recolectarse con fines comerciales debido a su tamaño microscópico —son mil veces más pequeñas que el grosor de un cabello humano—, pero lo que importa es el camino que recorren esas partículas desde el suelo hasta las ramas.

Cómo el oro llega a las agujas de los árboles

El estudio, liderado por el equipo de la Universidad de Oulu en Finlandia, analizó 138 muestras de agujas de 23 abetos que crecían cerca de la mina de oro Kittilä, en el norte del país. Lo que encontraron fue oro, sí, pero no de la forma tradicional. Nanopartículas de oro sólido estaban presentes en los tejidos del árbol, encapsuladas por biopelículas bacterianas.

El proceso es el siguiente: el árbol absorbe oro soluble desde el suelo a través de sus raíces. Este oro puede estar presente en concentraciones mínimas, casi indetectables, pero suficientes para ser transportado internamente. Una vez dentro del sistema del árbol, entran en acción los endófitos, un tipo de bacterias que viven simbióticamente en los tejidos vegetales. Su rol va más allá del simple acompañamiento: convierten el oro soluble en partículas sólidas, probablemente como un mecanismo de defensa para reducir la toxicidad del metal tanto para ellos como para el árbol.

Este proceso se denomina biomineralización, y no es exclusivo del oro. Otros metales también pueden ser transformados de manera similar por diferentes organismos. En este caso particular, los investigadores identificaron ciertas bacterias más activas en las agujas con oro: Cutibacterium, Corynebacterium y P3OB-42, todas formando parte de la comunidad microbiana natural del árbol.

De la biología a la geología: nuevas formas de explorar

Aunque este oro microscópico no tenga valor económico directo, su detección sí puede tener un impacto transformador en la industria minera. Durante décadas, se han empleado técnicas bioquímicas para detectar rastros metálicos en plantas y suelos como indicadores de posibles yacimientos. Este estudio aporta una capa adicional de comprensión: ahora se sabe que ciertas bacterias podrían ser clave para revelar la presencia de oro subterráneo.

Esto implica que se podrían desarrollar métodos de detección basados en el análisis de microbios específicos en hojas y agujas. Así como un perro entrenado puede seguir un rastro por su olfato, los científicos podrían identificar señales microbianas que actúan como «marcadores vivos» de depósitos minerales ocultos.

Según los investigadores, esta estrategia permitiría una exploración menos invasiva y más respetuosa con el medio ambiente, evitando los impactos que genera la perforación o el uso de químicos agresivos. En un contexto donde la sostenibilidad es cada vez más relevante, contar con métodos biológicos podría redefinir la manera de buscar recursos en el subsuelo.

Una herramienta también útil para limpiar el medioambiente

Más allá de su aplicación en la minería, el fenómeno observado también abre oportunidades en el campo de la remediación ambiental. El mismo principio que permite a los árboles acumular oro podría adaptarse para eliminar metales contaminantes de aguas afectadas por la minería u otras actividades industriales.

Un ejemplo mencionado por el equipo investigador es el de los musgos acuáticos, que podrían actuar como filtros vivos para purificar ríos o lagos contaminados con metales pesados. En estos organismos también hay microbios que podrían transformarlos en partículas sólidas, facilitando su extracción posterior y reduciendo su impacto tóxico.

La idea de aprovechar microorganismos para resolver problemas humanos no es nueva, pero este descubrimiento refuerza su potencial. No se trata solo de recolectar oro, sino de aprender cómo la naturaleza gestiona elementos complejos, y de encontrar formas de colaborar con ella en lugar de imponernos a su equilibrio.

Qué sigue para esta línea de investigación

El estudio fue publicado en la revista Environmental Microbiome y representa solo el inicio de un camino más largo. A partir de estos datos, podrían iniciarse proyectos más amplios que busquen mapear qué especies vegetales y qué comunidades microbianas son más eficaces para este tipo de transformaciones.

Además, se abren nuevas preguntas sobre los límites de esta capacidad: ¿pueden otros árboles acumular otros metales? ¿Hay zonas del planeta donde este fenómeno sea más común? ¿Cómo se puede integrar este conocimiento en procesos industriales a gran escala?

Con el tiempo, podríamos ver bosques convertidos en sensores naturales, colaborando con geólogos para encontrar minerales sin alterar los ecosistemas, o vegetación especializada en limpiar suelos contaminados, usando su propia microbiota como aliada. Es una invitación a mirar con otros ojos lo que hasta ahora parecía solo un entorno paisajístico: la biodiversidad como tecnología viva.




☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí

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