26 de octubre de 2025

Un mismo ingenio en mundos distintos: la tecnología lítica del Paleolítico surgió de forma independiente en Europa y el Cercano Oriente

Una investigación con lupa y bisturí

El estudio, publicado en el Journal of Human Evolution, analizó miles de artefactos líticos provenientes de cuatro sitios arqueológicos clave: tres en Italia (Grotta di Fumane, Riparo Bombrini y Grotta di Castelcivita) representando la cultura Protoaurignaciense, y uno en Líbano (Ksar Akil) correspondiente a la cultura Ahmariense. A simple vista, las herramientas de ambas regiones presentan similitudes en forma y tamaño. Sin embargo, al desmenuzar los procesos de fabricación y las secuencias técnicas empleadas, los investigadores encontraron diferencias significativas que apuntan a desarrollos tecnológicos autónomos.

Más allá del parecido superficial

La clave del análisis estuvo en mirar más allá del producto final. La comparación se centró en cómo se preparaban los núcleos de sílex, qué técnicas de percusión se utilizaban y cuáles eran las estrategias para obtener pequeñas láminas regulares, muchas de las cuales servían como puntas o insertos para proyectiles compuestos.

Aunque ambas culturas mostraban una tendencia hacia la miniaturización —un signo de sofisticación funcional—, los caminos para llegar a esos objetos eran divergentes. Como si dos personas, en lugares distintos y sin contacto, construyeran una cafetera casera usando materiales parecidos, pero aplicando procesos completamente distintos: desde la forma de calentar el agua hasta la estructura final del aparato.

Independencia creativa en el Paleolítico

El análisis cuantitativo mostró que no existía una continuidad tecnológica entre ambas regiones. Las secuencias operativas eran propias, sin rastros de transferencia directa de conocimientos. Esto sugiere que los grupos de cazadores-recolectores europeos del Protoaurignaciense no heredaron ni copiaron la tecnología del Ahmariense levantino, sino que desarrollaron sus propias soluciones adaptativas frente a retos comunes, como la necesidad de armas más ligeras y precisas.

Este hallazgo refuerza la idea de que la invención no fue patrimonio exclusivo de una población fuente. Al contrario, puede haber sido el resultado de procesos locales de innovación, posiblemente influenciados por el entorno, la disponibilidad de recursos y el contacto con otras especies humanas como los neandertales.

Un paisaje humano mucho más complejo

La interpretación clásica que pintaba la llegada de la modernidad como una flecha recta desde África hasta Europa, ahora debe reconsiderarse a la luz de un mosaico más intrincado. Las evidencias genéticas y fósiles ya venían sugiriendo que la expansión de nuestra especie por Eurasia fue un proceso dilatado y no lineal, iniciado hace más de 60.000 años, con zonas de convivencia y entrecruzamiento con poblaciones como neandertales y denisovanos.

En este contexto, la aparición simultánea de tecnologías similares pero independientemente gestadas, como ocurre con las culturas Ahmariense y Protoaurignaciense, sugiere que el desarrollo cultural no fue simplemente una cuestión de «pasar la receta», sino de ingenio distribuido. La humanidad, incluso en su infancia evolutiva, ya mostraba una notable capacidad para resolver problemas de formas distintas pero igual de efectivas.

Repercusiones para la prehistoria europea

El trabajo de Armando Falcucci y Steven Kuhn no solo cuestiona una vieja hipótesis, sino que aporta una nueva variable: la autonomía creativa de los primeros Homo sapiens en Europa. Lejos de ser simples receptores de saberes importados, estos grupos habrían sido también protagonistas activos de la invención tecnológica.

Este tipo de hallazgos también abren la puerta a considerar con mayor seriedad la influencia de los contextos locales y de las interacciones culturales con otras especies humanas. En lugar de ver a los neandertales como una influencia marginal, cabe preguntarse si no habrán tenido un papel más relevante en la estimulación de ciertas innovaciones.

El valor de mirar con otros ojos

La investigación demuestra que el parecido visual entre dos herramientas no siempre implica un origen común. Es como encontrar dos canciones con una melodía parecida pero escritas en diferentes idiomas y con letras que expresan cosas distintas. Solo al analizar la estructura interna, los acordes, la forma de componerlas, se puede determinar si fueron influencias cruzadas o coincidencias creativas.

En arqueología, esto se traduce en observar con detalle los procesos de fabricación, no solo los objetos terminados. Y es precisamente esta mirada detallista la que permite reconstruir un pasado mucho más matizado, donde la creatividad humana florece en distintos rincones del planeta casi al unísono, pero sin necesidad de un hilo conductor común.




☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí

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