5 de noviembre de 2025

La inteligencia artificial corrige la visión borrosa del telescopio James Webb desde la Tierra

Sin embargo, esta vez no fue necesaria una misión de astronautas para reparar el problema. Desde un laboratorio en Sídney, dos estudiantes de doctorado desarrollaron una solución basada exclusivamente en software e inteligencia artificial, logrando restaurar la capacidad total del instrumento afectado.

El origen del problema: una distorsión electrónica sutil

El telescopio James Webb utiliza cámaras de infrarrojo para captar luz de objetos lejanos y antiguos del universo. Una de sus herramientas más precisas es el AMI, diseñado en Australia, que permite observar detalles finos de estrellas y exoplanetas mediante una técnica llamada interferometría. Este sistema combina la luz recogida por distintas partes del espejo principal, logrando una resolución altísima.

Pero los científicos notaron que las imágenes tenían un desenfoque difícil de explicar. Tras un análisis detallado, descubrieron que el origen estaba en un efecto electrónico conocido como «brighter-fatter», donde la carga eléctrica se derrama hacia los píxeles adyacentes en el detector, alterando la precisión de los datos captados.

La solución: AMIGO, un aliado digital para el Webb

Ante este reto, los investigadores Louis Desdoigts y Max Charles, junto con el profesor Peter Tuthill y el equipo del Instituto de Astronomía de la Universidad de Sídney, crearon AMIGO (Aperture Masking Interferometry Generative Observations), una herramienta basada en inteligencia artificial y simulaciones de óptica avanzada.

El objetivo de AMIGO era modelar con exactitud cómo funcionaba el telescopio en el espacio, incluyendo sus imperfecciones electrónicas. Mediante redes neuronales y ajustes algorítmicos, lograron corregir el defecto en las imágenes, devolviendo al instrumento su nitidez original sin modificar una sola pieza del telescopio.

De galaxias difusas a detalles nítidos: los resultados

El impacto de esta solución ha sido inmediato. Las imágenes procesadas con AMIGO muestran un nivel de detalle asombroso. Se han obtenido observaciones directas de objetos extremadamente difíciles de captar, como un exoplaneta tenue y una enana marrón en órbita de la estrella HD 206893, situada a 133 años luz de la Tierra. También se logró capturar con gran definición un chorro de agujero negro, el volcán de la luna Io de Júpiter y los vientos estelares polvorientos de la estrella WR 137.

Este avance marca un nuevo hito en la historia del James Webb. No sólo se ha salvado una herramienta esencial sin intervención física, sino que se ha ampliado su potencial científico, permitiéndole ver más lejos y con mayor claridad que nunca.

Tecnología australiana con impacto global

El AMI ya era un logro significativo de la ciencia australiana, siendo el único componente del telescopio diseñado fuera de Estados Unidos y Europa. Con la intervención de AMIGO, Australia vuelve a destacar como un actor clave en la exploración espacial, demostrando que el talento científico no requiere de grandes presupuestos ni naves espaciales para hacer contribuciones esenciales.

La historia de estos dos estudiantes, que incluso se tatuaron el instrumento que ayudaron a reparar, es también un testimonio del compromiso personal que puede surgir cuando se trabaja en algo tan trascendente como la observación del universo. Desdoigts, ahora investigador en la Universidad de Leiden en los Países Bajos, y Charles, a punto de terminar su doctorado en Sídney, han dejado huella en la historia de la astronomía moderna.

El futuro de las reparaciones espaciales podría estar en la Tierra

Lo logrado con AMIGO plantea una posibilidad interesante: que futuras misiones espaciales podrían contar con soluciones basadas exclusivamente en código y datos, evitando los costos y riesgos de enviar humanos al espacio para reparar telescopios o sondas.

Al igual que un oftalmólogo que ajusta los lentes de un paciente con la receta exacta, los investigadores han ajustado la «visión» del James Webb con precisión milimétrica, solo que en este caso el paciente está a 1,5 millones de kilómetros de distancia.

Con el telescopio ya corregido, los científicos pueden volver a enfocarse en su misión original: desentrañar los misterios del cosmos, observar los primeros momentos del universo, estudiar atmósferas de exoplanetas y buscar signos de vida en otros mundos.




☞ El artículo completo original de Natalia Polo lo puedes ver aquí

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